domingo, 2 de junio de 2024

AlfonsoyAmigos y el Real Madrid en el Puerto de Malagón

 

¿Y no tuvisteis ruta? - Bueno, sí, también


AlfonsoyAmigos - Real Madrid
 

Hace exactamente un año, intentamos emprender una ruta muy similar a la de hoy. Sin embargo, tuvimos que modificar y recortar nuestro itinerario debido a una alerta de intensas lluvias inminentes en la zona.

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Confiando en que la fortuna nos sonría en esta ocasión, nos lanzamos a la aventura: Andrés, Enrique, Fer, Juan, Luis Ángel, Nacho, Patrick, Pedro, Santi y Alfonso.

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El comienzo de nuestra ruta se retrasa ligeramente, ya que nos tomamos un tiempo extra para saludar a nuestro amigo Patrick, que no se prodiga demasiado, y celebrar el retorno de Santi, quien se nos une nuevamente, visiblemente recuperado y aunque afónico (podemos imaginar el motivo), luciendo camiseta del Real Madrid y una amplia sonrisa.

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Entre abrazos y saludos, surgen los esperados comentarios sobre el partido, gran partido, jugadas, goles y los casi goles. Se respira una euforia desbordante, que nosotros, los aficionados del Atlético, vamos a procurar manejar de la mejor manera posible durante toda la ruta.

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La mañana se presenta un poco más fresca que en los últimos días, lo cual se agradece. Sobre todo, cuando ya empezamos a entrar en calor superando las primeras zetas de asfalto. Continuamos siguiendo el recorrido previsto cuando tomamos desvío hacia el Camino del Agua.

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Cruzar un pequeño arroyo y después el arroyo de los Cebadillos no nos genera ningún problema, pero sí el avanzar por el estrecho sendero que no sabemos si se defiende o nos ataca con raíces y espinas. Un día más y unos más que otros, acabamos con arañazos en brazos y piernas.

Dar las gracias al amigo Pedro porque, si no me llega a echar las dos manos, aún estoy prisionero en medio de un zarzal. Sí, una vez más.

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Un mirador de Abantos con formidables vistas al Monasterio de El Escorial y otro mirador con demasiada vegetación, pero no hemos perdido ocasión de realizar alguna foto. Los madridistas parecen agazapados esperando la ocasión.

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Cuando superamos las puertas del Arboreto Luis Ceballos, somos conscientes de que nos restan 3 kilómetros, con más de 2 al 11% de desnivel casi constante, para llegar al Puerto de Malagón (1590 m).

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Al reagrupamos todos arriba, parece surgir de manera espontánea una mezcla de emociones. Por un lado, la alegría de ver a Santi con nosotros, tras ser conscientes del esfuerzo que ha realizado, y por otro, una euforia desmedida, contenida hasta aquí y, por supuesto, merecida, al que los madridistas, ahora sí, dan rienda suelta.

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Desde el principio, ya nos acompañaban una camiseta del Madrid y un par de maillots blancos. Pero la aparición de la bufanda y la gran bandera, desplegándose como por arte de magia y bailando con el viento, fue el verdadero espectáculo.

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Los escenarios de las fotos parecen quedar relegados ante el desborde de emoción. Estaba claro y así fue, que no serían pocas las veces que la marcha haría pausa para dar tiempo a sacar nuevamente los tesoros de la mochila con orgullo.

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Recorremos buena parte del Camino de la Cancha y tomamos desvío hacia zona de pinares, entre las áreas del Prado Retamal y la Cuerda de Majalasvacas. Nos encontrábamos cerca del arroyo del Hornillo, que en otra ocasión habíamos visto congelado. Recorrido que a todos los compañeros parece gustar y donde aprovechamos para disfrutar de formidables vistas hacia lugares, embalses o localidades que intentamos identificar.

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Por la ladera de Pinarejo, siguiendo seguramente un sendero tradicional de vacas que serpentea entre la retama, la jara y los piornos en plena floración. Un regalo para la vista y un deleite para los sentidos, gracias al aroma de las plantas de tomillo, romero y lavanda… siempre y cuando no tuvieras la mala suerte de rodar sobre una “mina vacuna”, como también ocurrió.

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Un tramo de descenso complicado, muy roto y quebrado, unos con más habilidad y valentía que otros, pero que en el pasado nos hemos atrevido a conquistar en ascenso, pedaleando o empujando. Y de nuevo a pista que nos retorna a Malagón.

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Considerar siquiera la idea de escalar hasta la cruz de Abantos parece una osadía. Lo más duro ya está superado y prácticamente se saborea el retorno que nos aguarda, marcado por las emocionantes zetas trialeras.

 

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Unos primeros senderillos nos han facilitado el calentamiento y el flow necesario para asumir el reto y superar cada una de las zetas. La secuencia de salida se establece de manera natural, pues ya nos conocemos desde hace años. 

No buscamos competir entre nosotros, sino que hay un sentimiento de orgullo personal al dominar cada curva y la satisfacción de ver o sentir que los demás también lo consiguen.

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Quince, dieciséis, ¿acaso importa? Todos reunidos al pie de las zetas, sin percances y las caras iluminadas por grandes sonrisas. Los arroyos van quedando atrás en nuestro avance a modo de despedida. El de los Castaños, el del Helechal y del Romeral, antes de coger la pista de Peguerinos a El Escorial.

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La alegría por el triunfo del Real Madrid parece haberse disipado como entre niebla por unos minutos con la ruta que nos hemos marcado hoy. Al finalizar lo tenemos claro: No ha sido una ruta de las más duras, ni de las más largas ni complicadas, pero sin duda, ha estado repleta de sentimientos de orgullo y satisfacción que no se olvidarán. 

¡¡Que bien sienta compartir unos refrescos y muchas, muchas bromas!!




domingo, 26 de mayo de 2024

AlfonsoyAmigos en Moncalvillo y Pedrezuela, ¡qué calor!

 

A veces, tanto la vida misma como el deporte nos ponen a prueba, no para mostrar nuestras debilidades sino para descubrir nuestras fortalezas


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Para hoy, sugiero a mis compañeros una ruta que se podría pensar que es de trámite. Una que realicé en solitario allá por el mes de diciembre pasado, época que me obligó a abrigarme bastante más que hoy y con la que creo que ya vamos bastante bien servidos.

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Dispuestos a disfrutar del encuentro, de la ruta propuesta y posiblemente a sudar más de lo acostumbrado, aparecemos en el lugar previsto: Ángel, Enrique, Juan, Luis Ángel, Pedro y Alfonso. Yo he contado seis.


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Quien con una sonrisa se levanta, un buen día le espera

La preocupación es inevitable al pensar en el calor que nos aguarda, con el sol calentando desde temprano. Antes de partir, ya vemos a quien no duda en darse protector solar en cara, brazos y piernas. ¡Ojo con las orejas!

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Iniciamos la ruta y nos enfrentamos al primer obstáculo, un rampón, pero ¡alto! Que no es por ahí. ¡Menos mal!, suspira alguno. Tenemos que tomar un sendero que, aunque difícil de encontrar, emerge por nuestra derecha.

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Yo me adelanto, seguido por Juan, mientras los demás nos observan con expectación. A medida que conseguimos avanzar, nos adentramos en una auténtica selva de hierba alta por encima de nuestras cabezas que parece querer engullirnos, con zarzas y cardos de afiladas espinas y muy mal carácter. ¡Menudo recibimiento!

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En este momento, comprendemos la sabiduría de aquellos amigos que siempre abogan por el uso de equipamiento largo, sin importar la estación del año.

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Una vez que nos ha dejado su firma, el sendero se despeja y se vuelve entretenido hasta que, ahora sí, tenemos un desvío por la derecha que nos hará entrar en calor, 200 metros de repecho al 16%.

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Rodando con buen ritmo por el camino de Guadalix, nos adentramos en la Dehesa de Moncalvillo, en busca de las charcas de Hilo Peñas y la del arroyo de la Retuerta, donde haremos una primera parada. Después, siguiendo senderos que serpentean bajo el sol o se internan en zonas arboladas, con cortos toboganes de distintos desniveles que se superan con facilidad.

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Luego, tomamos la Vereda de las Tapias del Monte de Viñuelas, donde realmente se complica nuestra marcha. Fuertes desniveles del 10, 12, 13%, la tierra suelta, las zonas de escalones, los pedrolos y las lanchas de piedra requieren una fuerza y habilidad para avanzar, que no siempre bastan para mantenernos sobre la bicicleta en momentos puntuales.

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Por los walkies se sugiere parada a medio ascenso para recobrar fuerzas o tomar una barrita, pero se escuchan dos respuestas casi inmediatas: “Cuando lleguemos arriba” “Cuando estemos bajando y hayamos recuperado pulsaciones”. Dicho y hecho, aunque no es fácil encontrar una sombra.

Alcanzamos la solitaria Cruz de la Boca del Valle, (humilladero), restaurada en 1999. Aquí se cruzan los caminos de Pedrezuela a Colmenar Viejo con el de San Agustín de Guadalix. Desde este punto podríamos acortar ruta y no será la única oportunidad que tengamos, pero seguimos adelante.


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Avanzamos con velocidad por el camino de Guadalix, tomando un desvío a la izquierda tras abrir y cerrar puerta, para disfrutar de divertido descenso y aproximarnos al río Guadalix, cerca del embalse de Pedrezuela o del Vellón. Continuamos nuestro camino por un sendero con formidables vistas que nos lleva a cruzar el arroyo del Valle y atacar sin remedio un tremendo ascenso.

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Cruce de caminos que conocemos de otras rutas por la Dehesa de Pedrezuela. El camino largo y después desvío sin pérdida nos sitúa en la mismísima pantalla del Embalse de Pedrezuela, que desagua con fuerza por un aliviadero. Nueva oportunidad de recorte, pero… seguimos adelante.

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Si no queda satisfecho, le devolvemos su dinero

Nuestro siguiente destino es la localidad de Pedrezuela, que parece alejarse cada vez más a medida que nos enfrentamos a nuevos repechos, o recorremos senderos plagados de espinas. El calor aprieta y afortunadamente encontramos una fuente de agua fresca, en un parque municipal arbolado frente al cementerio. Esta pausa nos da las fuerzas necesarias para seguir adelante.

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Aunque nuestras energías están mermadas, debemos descender muy por debajo de la pantalla del embalse y luego volver a tomar altura por carretera. Pero ¿quién ha diseñado éstoooo? Agarrados con fuerza al manillar de la bicicleta, respiramos al ritmo necesario mientras superamos una vez más desniveles continuos del 11 y 12%.

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Juan espera al resto junto al desvío hacia el Camino de Servicio del Canal de Isabel II. Allí se despide de los demás. A pesar de que llevamos buena hora y apenas restan 8 kms, él tiene prisa.

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Ya todo llano, en bajada, ¿no?

Los toboganes del camino siguen haciendo pupa y el sol arremete con fuerza. Solamente tendremos realmente descenso muy rápido al salir de la dehesa y coger la pista arreglada del camino de Guadalix. El Torreón de la Retuerta estaba allí… pero yo ya ni lo vi.

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Cansados, muy cansados, pero caras de satisfacción y cruce de felicitaciones. Muchas zonas divertidas y otras complicadas que no he llegado a narrar pero que fueron recorridas con humor y valentía.

¡¡Enhorabuena a todos los presentes!!






domingo, 19 de mayo de 2024

Travesía de tradición y aventura: Ruta MTB desde Zarzuela del Monte

 

Hoy nos aventuramos por las vías agropecuarias y por los caminos que en el siglo pasado se conocían como “caminos de herradura”


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Crónica: Ángel Sierra



El trazado discurre a través del sexmo de San Martín, en Zarzuela del Monte. Allí nos reencontramos un domingo más: Alfonso, Andrés, Enrique, Fer. Juan, Luis Ángel, Pawel, Rafa y quién suscribe esta crónica, Ángel.

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Comenzamos el camino con ánimo, yo con la ilusión de liderar la ruta, ya muy trillada por mí y por “machoteros”, ausentes por lo temprano del inicio de la ruta, y de ver disfrutar a mis compañeros otro domingo más.

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Tenía en mente introducir algunas pequeñas variaciones según transcurriera la jornada, pero se vería sobre la marcha. Dejamos atrás Zarzuela del Monte y nos dirigimos hacia Vegas de Matute, rodeados de verdes campos de cebada, tierras de labranza.

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Llegamos por el camino de las Minas a las cercanías de la ruta de la Risca y del Puente de los Enamorados, sobre el río Moros, en dirección a Valdeprados. (Ver: Valdeprados, el encanto de lo sencillo). Allí hicimos parada para admirar, una vez más, la Casa-fuerte de los Condes de Puñonrostro y su imponente torreón, de sobra conocido y fotografiado por el grupo. 

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Enseguida nos ponemos en marcha hacía Ortigosa del Monte, dónde cuatro gotas de agua de lluvia asustan a algunos y a otros parece importar poco. Diferente será cuando entramos en la calleja que nos lleva a Otero de Herreros, muy divertida de recorrer, aunque el agua nos sorprende al cubrir hasta los ejes de nuestras ruedas. Muy conocido por los del lugar y cercanías que esta zona suele tener agua y barro incluso en verano por ser terreno arcilloso.

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Atravesamos Otero y nos dirigimos hacia unas excavaciones romanas donde se han encontrado numerosos restos prehistóricos. Y seguidamente pasamos al lado de la antigua mina de cobre a cielo abierto, explotada por los descendientes de Rómulo y Remo, los hermanos amamantados por la loba Luperca.

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El descenso en busca del arroyo del Quejigal cambia el paisaje y quizás sea lo más divertido de la ruta. Aunque debemos abrir cuatro puertas seguidas con sus nudos muy bien hechos por los ganaderos lo solventamos con soltura. No tardamos en regresar a Valdeprados donde ahora no pararemos, ya que se escuchan fuertes relámpagos en un horizonte que se va poniendo más oscuro a cada instante.

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Con el cielo amenazante, bajamos al río Moros y decido guiar a mis compañeros por una variante del trazado previsto por el Molino de Matute, allá donde se coció cal para el Escorial, para enfilar con rapidez hacia Vegas. Los relámpagos y el tronar de la tormenta que se acercaba desde Adanero nos alcanzaron, sorprendiéndonos a cuatro rezagados justo cinco minutos antes de llegar a Zarzuela.

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Bajo un solitario chaparro, que apenas lograba cubrirnos, soportamos una granizada cerrada y espectacular. Fue imposible continuar en esos instantes debido a la intensidad de los dolorosos impactos de las “piedras” en manos, brazos y piernas e incluso alguna a través de los agujeros del casco.

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Al entrar finalmente en Zarzuela, sus calles estaban completamente blancas cubiertas del granizo y el hielo recién caído, que rápidamente provocaron una brusca bajada de temperatura. Todos mojados a pesar de los chubasqueros y con frío; unos optan por acurrucarse en sus coches, poner la calefacción a tope y regresar a casa y otros, por acercarnos a la barra de Casa Campana, donde Ramón y Ángel nos ofrecieron refrescos y viandas que nos reconfortaron.

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Gracias a Ramón y a "Angelito" por su siempre atenta hospitalidad.